Medusa cabalga sobre la cama de Perseo.
Deja rebotar sus escamas lúbricas sobre él.
La lengua de Dios lame sus cuerpos desnudos.
Perseo y Medusa fantasean con estar juntos.
Medusa y Perseo se vuelven uno.
Abrazan el estruendo del otro.
La devoción delirante los somete.
Víctimas de la envidia de los dioses.
Llega la muerte con voz tétrica
y profunda
y mueren una vez más.
Perseo aprendió a hablar el lenguaje de las serpientes.
Ambos naufragan en el río de las palabras.
Ambos ensayan un monólogo que no será escuchado
por nadie.
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